EL COCA, Orellana.- Al ingresar a una de las salas del MACCO (Museo Arqueológico Centro Cultural Orellana), se admira con qué armonía se ha levantado una choza de forma rectangular, techo de palmas, baja en su altura, con paredes de palmas y en su interior cuelgan hamacas y frutos maduros, su estructura principal está construida con madera de guayacán y de pechiche.
Aquí es como trasladarse a la selva, ver a cada lado el color verde, escuchar el canto de las mujeres wao al tejer, es como si la naturaleza hubiera brotado en ese pedazo de cemento, tratamos de descifrar las letras del canto de arrullo de las mujeres wao al tejer bolsos y canastos pequeños con material de la Pacha Mama, nuestro conocimiento es incipiente y recurrimos a la ayuda de Freddy Nihua, de 32 años, casado y con hijos, “diariamente les enseño a mis hijos, su amor a nuestra cultura y a la selva, solo así trataremos de mantener viva nuestras tradiciones y costumbres”, manifestó, este hombre de contextura delgada y de vestimenta mestiza, “muchos ya no se visten como los antepasados, la transculturización nos ha perjudica, sin embargo, algunos aún en las zonas donde habitamos las mantienen, explicó.
Freddy Nihua, forma parte de la delegación Waorani que todo el mes de agosto, expondrán su cultura y tradiciones contadas desde su propia voz y ha sido denominada “Wao Onowoka, Espíritu Waorani”, con el apoyo de la Municipalidad de Francisco de Orellana, MACCO y Fundación Labaca.
Juan Enomenga, uno de los líderes Waorani, aprovechó la oportunidad para hacer llegar el mensaje que su nacionalidad son los herederos y dueños de estas tierras por lo que solicitan sean respetados sus derechos. Asimismo, la alcaldesa de El Coca, Anita Rivas, como presidenta del directorio del MACCO-EP, expresó su satisfacción de poder aportar con el rescate de las costumbres y cultura de los pueblos de las diferentes nacionalidades que habitan en el cantón.
Los Waoranis eran conocidos como cazadores calificados y valientes guerreros, los miembros de esta nacionalidad indígena tienen una estrecha y profunda relación espiritual con el bosque al que consideran su hogar. Para los Wao, los espíritus conviven con los hombres, porque no hay diferencia entre lo físico y lo espiritual, por lo tanto, consideran que el bosque es un lugar seguro, donde están protegidos de hechizos y ataques, mientras que el mundo exterior está lleno de amenazas.
Justamente al hablar sobre este enfoque legendario, ellos han visto amenazado su integridad ancestral, cultural y espiritual por la arremetida de la cultura mestiza que ha provocado “desafueros en la juventud”, según indica Yolanda Omaca, que hoy apoya a que no se pierda esta tradición de cientos de años.
Según una leyenda los Waorani son descendientes de la unión entre un jaguar y un águila, por lo que tienen respeto a los animales, solo cazan por supervivencia, monos, pájaros y pecaríes, tienen un gran sentido de conservación por la naturaleza.
De hecho, para compensar el delito de caza, los dardos que usan se preparan en un ritual, por los chamanes. La misma relación de respeto la mantiene con las plantas, especialmente los árboles. En la selva, los Waorani encuentran todo lo necesario para vivir sanos y en armonía. Por lo tanto se dice que el bosque es una especie de farmacia natural para ellos.
En 1990, esta nacionalidad, logra el reconocimiento sobre una propiedad colectiva en una reserva indígena de 6.125,6 km², que les permitirá una existencia semi-autónoma.