TENA, Napo.- Roberto Tipán Lema, tiene 43 años de vida y es quiteño de nacimiento. 24 años de su vida, los dedicó al servicio de la Fuerza Área Ecuatoriana (FAE). Ahora, dejó el fusil por una computadora y abandonó las misiones de paz para dedicarse a otra trinchera, brindar sus conocimientos técnicos y profesionales a los 17 municipios de la Regional 2 de la Asociación de Municipalidades Ecuatorianas (AME).
Tipán asegura que haber participado en las misiones de las Naciones Unidas como Casco Azul, en Haití le cambio la vida.
Cuenta que con mochila a la espalda y fusil en mano, desembarcaba del Boeing de las FAE con un contingente de 90 miembros de las tres ramas de las Fuerzas Armadas en julio del 2010, en lo que quedaba de la pista del aeropuerto de Puerto Príncipe (Haití). Comenta que desde el aire alcanzó a divisar la devastación en la que se encontraba esa nación, donde solo se mantenían de pie chozas compuestas de plásticos que ocupaban el puesto de las viviendas destruidas por el sismo de más de 7 puntos en la escala de Richter que azotó a ese país, uno de los más pobres de América.
“Nuestra labor se encasilló en dos ejes, la primera dar seguridad a los convoy que llegaban con alimentos, y el otro era brindar nuestros conocimientos técnicos-profesionales, en mi caso: sistemas computacionales”, detalló Roberto.
Dice que al recordar esos momentos pasan por su memoria tristes imágenes de niños desnutridos, casas y hospitales destruidos, falta de alimentos; en ese momento –dice- pensó en salvar a unos niños de ese ambiente adoptándolos pues era un panorama devastador que llenaba de tristeza.
Recuerda que fue escogido entre mil aspirantes a voluntarios de las FF.AA. que pidió la ONU a Ecuador para esas labores. Las pruebas fueron estrictas y claras. Llegaron a Haití para ayudar en tareas de reconstrucción de viviendas, hospitales, escuelas. Cuenta que los ecuatorianos se encargaban de purificar el agua para centros educativos y de salud.
“Llegamos justo cuando el huracán Tomás dejaba también su pasó destructor en la isla, luego afrontamos la epidemia del Cólera que afecto al 5% de la población”, indicó.
Con la mirada fija, reconoce que en ningún momento pensó en declinar su labor solidaria en ese país como integrante de la misión de la ONU, más bien, esa experiencia lo hizo recapacitar como persona y como ser humano.
Nueva misión
Decidió dejar su noble tarea de Casco Azul y de las FF.AA. hace dos años por retiro voluntario, y allí encontró la necesidad de aportar desde otro frente con otra arma y con otro uniforme.
Su computadora su rifle y su uniforme hoy son el municipalismo. Recorre los 17 municipios de la UTR2 como miembro activo de un “ejército” de técnicos que brinda asistencia a los cabildos.
Uno de sus grandes logros, menciona, es contribuir al mejoramiento de los servicios tecnológicos de los municipios. “Es un reconocimiento que la labor que realizas tenga impacto en la comunidad, a donde va direccionado nuestro trabajo profesional. Es halagador que en la calle te paren para saludarte y agradecerte, eso llena”, agrega Tipán.
Durante su labor solidaria como soldado de paz y como parte de las fuerzas especiales de la FAE, lo galardonaron por el rescate de un helicóptero accidentado en el sector de Galeras en la provincia de Napo y por auxiliar a turistas extranjeros tras el colapso de una nave área, en el río Hollin y como miembro de la misión de Paz en Haití.
Insiste en que la mejor condecoración que puede recibir es de la gente que le agradece cuando va, por donde camina.