COCA, Orellana.- Mucho antes que los espíritus deambularan por los corredores de la selva amazónica, dentro de sus entrañas ya habitaban varias culturas que hoy la historia no las reconoce, pero que a lo largo de los milenios han dejado marcados sus rasgos; y van apareciendo por voluntad de la madre naturaleza con excavaciones que realizan las vertientes de los ríos y quebradas en las orillas de los caudales del Napo o el Coca.
Una de esas civilizaciones milenarias, es la de los Omaguas, pueblo que data su existencia desde hace mas de 1.000 años, que dejó huellas en las riberas de los ríos amazónicos, sus antecedentes arqueológicos arrojan que entre los 1100 y 1400 D.C, poblaron la región central de la amazonía.
Sus memorias fueron escritas, según Álvaro Gundin, jefe de patrimonio del MACCO (Museo Arqueológico Centro Cultural Orellana), en forma de urnas, cuentos, platos, hachas y otros objetos, que actualmente descansan en el museo arqueológico de está ciudad.
Los omaguas, fue una de las naciones más grandes del amazonas. Poblaron las riberas del río Napo desde el siglo I. Su territorio abarcaba una extensión de más de 900 km². Dentro de todo ese conglomerado de árboles y vegetación, explica Álvaro Gundin, sus elaborados de algodón, arquitectura y cultura, dio la pauta para desplegar sus capacidades en la navegación y el comercio; de ahi su apelativo de de los gentiles, por parte de los cronistas y viajeros de la época, de la conquista española, como fray Gaspar de Carvajal.
Los omaguas tenían una relación simbiótica con la naturaleza. A los niños, se les entablillaba la frente, para que su rostro quedara achatado y que sus caras se parecieran a la luna, nos explica Gundin.
Sin embargo en las crónicas de 1732, esta comunidad legendaria, era una sociedad de grandes guerreros en el arte de la flecha, que les ayudó a despuntar en el comercio de sal como en el cultivo de la yuca, maíz, algodón y tabaco.
La civilización alcanzó su máximo esplendor, manifiesta Álvaro Gundin, antes de la llegada de los españoles, por sus elevados conocimientos, técnica y sabiduría.
Cuando una persona moría, relata Gundin, dejaban su cuerpo expuesto a la intemperie para que sus partes blandas fueran devoradas por los animales. Luego recogían los huesos, los pintaban y los depositaban en urnas funerarias decoradas. La amazonía es un cumulo de leyendas y de civilizaciones ocultas, que muy poco conocemos, es hora que la historia reconozca que existieron otras culturas con grandes avances que por razones interculturales desaparecieron y siguen en ese proceso.