TULCÁN, Carchi.- Al visitar Tulcán, lo primero que buscan conocer los turistas, es el Cementerio Municipal “José María Azael Franco Guerrero”, patrimonio cultural del Estado ecuatoriano, que identifica a esta ciudad fronteriza y la representa a nivel nacional e internacional, por la singularidad y distinción de las figuras que han sido elaboradas podando decenas de cipreses, que datan del año 1936.
En esa época, José Franco Guerrero, que cumplía funciones de jefe de parques de la Municipalidad de Tulcán, emprendió esta magna obra de sembrar los arboles de ciprés y podarlos artísticamente para darles formas de tumbas egipcias, figuras precolombinas e indígenas, representativas de la vida y la muerte, estatuas monolíticas y de tortugas gigantes, entre otras, que en su conjunto, fueron denominadas como el “Altar de Dios”.
El autor de esta importante obra –conocida también con la denominación de “Esculturas en verde”-, legó este hermoso camposanto a los habitantes de Tulcán y la provincia del Carchi, luego de su muerte ocurrida en 1985. El cuidado del recinto patrimonial recayó luego en Benigno Franco Carranco, hijo del artista, quien igualmente dedicó parte de su vida a la conservación del cementerio patrimonial.
Posteriormente, el cementerio creció hasta alcanzar las 8 hectáreas, con la intervención de Luis Reina García –discípulo del maestro José Franco-, quien creó el sector conocido como el “Parque de los Recuerdos”, asimismo con figuras que representan a la cultura Tolita, la Mitad del Mundo, Jesús y la Cruz del Calvario, arcos parabólicos, y el Pasaje de la Paz, entre otros.
Actualmente, el cementerio está a cargo del Gobierno Municipal y un grupo de especialistas en jardinería, que colaboran para mantener su majestuosidad y belleza al servicio de los turistas que cada día acuden a este templo, que a decir de los tulcaneños, es un camposanto adonde daría gusto ser inhumado.