El sábado 15 de diciembre, el GAD de Ibarra entregó a los ibarreños el emblemático Teatro Gran Colombia. Jorge Martínez, alcalde de Ibarra y presidente de la Asociación de Municipalidades Ecuatorianas (AME), impulsó la restauración de esta obra, ícono de Imbabura, y en su discurso señaló que la obra tiene como finalidad revalorizar la cultura en la ciudad y la provincia.
El evento de reapertura contó con la participación del Grupo de Cámara de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador. Como parte de la programación de reapertura, los ibarreños podrán ver en la sala películas modernas con tecnología 3D los días 17, 18, 19 y 20 de diciembre, en horarios de 11:00 y 17:00.
El Ministerio Coordinador de Patrimonio invirtió más de $400 mil dólares y el Municipio de Ibarra desembolsó los anunciados $500 mil para la reconstrucción integral del ícono de Ibarra.
La rehabilitación tiene tres etapas: en la primera se cambió la cubierta de madera, teja y eternit, por una estructura metálica y kubiteja, un material termoacústico, instalación de cielo raso de gypsum y reforzamiento estructura de las paredes de ladrillo con vigas y columnas de hormigón armado. En la segunda fase se renovaron las instalaciones eléctricas, hidráulicas y sanitarias, reposición de pisos de madera en la platea y escenario, pulido y lacado de pisos de palco y galería, pintura, iluminación, camerinos y butacas.
La tercera etapa se ejecutará el próximo año y consta del equipamiento técnico del teatro, sonido, video, tramoya, cortinaje escénico, intercomunicación, detección de incendios, video vigilancia, alarmas y señalización teatral.
Francisco Hadathy Moreno, en la publicación Entre palabras y telones del Gran Colombia, reseña que esta edificación tiene 62 años de historia. En aquella época el teatro se convirtió en el sitio de acontecimientos destacados, complicidades y anécdotas. Por varios años estuvo en manos privadas, pero por falta de mantenimiento adecuado y de recursos económicos, de a poco el deterioro mermaba la infraestructura.
Posterior a la lucha de un grupo de ibarreños comprometidos con el arte, la cultura y el progreso de la ciudad, se logró que en 1993, esta propiedad sea adquirida por la Municipalidad de Ibarra. En aquella fecha se canceló la cantidad de trescientos millones de sucres.