ARTESANO DE TENA CONVIERTE LA MADERA RECICLADA EN ARTE Y CONCIENCIA AMBIENTAL

TENA, Napo.– Frente al avance de la deforestación en el Ecuador, aún hay personas que eligen marcar la diferencia protegiendo la naturaleza. Una de ellas, es Pedro Vargas Olaya, un ebanista con más de 25 años de experiencia, quien desde hace una década decidió transformar su oficio en una expresión de respeto por los bosques amazónicos.

En lugar de talar árboles, Pedro recolecta trozos de troncos, tablas, astillas y restos de madera que muchos consideran desechos, pero que en sus manos cobran nueva vida. De ese material reciclado, surgen jarrones, copas, muebles, botellas, asientos, esculturas, etc, que hoy son reconocidas como auténticas obras de arte.

“Desde que iniciamos esta actividad, nunca hemos cortado un árbol, porque en él vemos vida. Caminamos por distintos lugares y recogemos lo que otros botan”, afirma el artesano, quien reside en el barrio Santa Rosa, en la capital de la provincia de Napo.

Sus creaciones se exhiben actualmente en los locales de expendio de artesanías de la ciudad, como en las ferias que se realizan en la provincia o donde lo invitan; su meta es llegar próximamente a mercados de Guayaquil y Quito. Junto a otros miembros de la Asociación de Artesanos a la que pertenece, Pedro trabaja para ampliar la visibilidad de sus productos sostenibles.

Al hablar sobre la inspiración de sus piezas, explica que muchas veces la forma natural de la madera guía su creatividad: “La selva se encarga de esculpirlas; nosotros solo las mejoramos”, dice con humildad.

Desde el inicio, su proyecto se basó en un principio claro: no usar materia prima proveniente de árboles talados. De esa manera, su trabajo contribuye a la sostenibilidad ambiental, al control ecológico y también a una forma digna de sustento familiar.

La deforestación sigue siendo una preocupación nacional. Según la FAO, en 2011 Ecuador registraba una de las tasas más altas de pérdida forestal en Sudamérica, con alrededor de 198.000 hectáreas deforestadas por año. Gracias a los esfuerzos de conservación, esa cifra disminuyó a 47.497 hectáreas en 2014, aunque la amenaza persiste.

La creatividad y compromiso de Pedro no pasan desapercibidos. “A un pedazo de árbol le da forma y vida, y eso nos encanta”, comenta Leonidas Cobos, turista de Guayaquil que estuvo de paso por Tena. En tanto, Raúl Guevara, de Ambato, destacó “el entusiasmo y la dedicación con la que trabaja cada una de sus esculturas”, a las que calificó como “un verdadero espectáculo”.

Con manos que respetan y transforman la naturaleza, Pedro Vargas demuestra que el arte también puede ser una herramienta de conservación y esperanza para los bosques amazónicos del Ecuador.

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