Conocida también como El Coca, esta localidad amazónica se erige como el principal punto de embarque hacia las majestuosas reservas naturales del Oriente ecuatoriano; no solo es un destino turístico, sino un espacio lleno de historia, biodiversidad y cultura ancestral.
Ubicada a cinco horas por carretera desde Quito, esta ciudad comparte la historia de muchas urbes amazónicas que crecieron al calor de la explotación petrolera, pero cuya riqueza natural y cultural va mucho más allá de los hidrocarburos. Es un territorio biodiverso, hogar de especies endémicas y considerado por la ciencia como un laboratorio natural para la exploración genética.

El cantón celebra su cantonización cada 30 de abril y este 2025 cumple 56 años de vida jurídica. Su nombre nativo, Coca, proviene de los Tagaieris o Sachas, quienes realizaban rituales de sanación con hojas de coca.
Hasta mediados del siglo XX, el área era habitada por indígenas, misioneros y caucheros. Con el descubrimiento del petróleo llegaron colonos, especialmente de Manabí y Esmeraldas, quienes forjaron la ciudad actual. Hoy, el cantón cuenta con una parroquia urbana (Francisco de Orellana) y parroquias rurales como Alejandro Labaka, Dayuma, El Edén, Guayusa, Taracoa, entre otras.
Puerto Francisco de Orellana ofrece:
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La Catedral de El Coca, construida por sacerdotes capuchinos
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El río Tiputini, afluente del Napo y conector con el Parque Nacional Yasuní
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La Comunidad Shuar Nantip, con danza, medicina ancestral y artesanías
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La Reserva Ecológica Yarina, ideal para recorridos en canoa y observación de fauna
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El Coca Zoo, con especies como tigrillos, saínos y anacondas
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La Comunidad Waorani Ñoneno, con turismo vivencial y comida tradicional
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La cascada La Belleza, una fuente cristalina natural de 4 metros de altura
El clima tropical de la zona, con una temperatura promedio de 24.8°C, garantiza un ambiente húmedo durante todo el año, perfecto para disfrutar de la selva.
Para los amantes de la gastronomía, el mercado local ofrece maitos de tilapia, pollo o chontacuro, además del tradicional caldo de carachama.
Puerto Francisco de Orellana es más que una localidad petrolera: es el corazón palpitante de la Amazonía ecuatoriana, donde naturaleza, historia e identidad se entrelazan para ofrecer una experiencia única.