MONTECRISTI, Manabí.- Si María Quijije hubiese tenido la oportunidad de estudiar, de seguro hoy fuese una profesora pues cuando habla de ello sus ojos brillan de emoción. Al parecer el destino tuvo otro propósito para su vida: ser una tejedora de carteras y sombreros en paja toquilla.
Esta montecristense, que vive en la calle Chimborazo, sienta en el portal de su casa a tejer por las mañanas; en una esquina cuelga las obras elaboradas por sus manos y desde la otra, la observa su compañero de vida: su esposo.
Quijije recuerda que antes en su calle había muchas mujeres que tejían carteras pero que, con el pasar del tiempo, ha quedado como la única que realiza este oficio en su sector. Cuenta que las ventas fueron disminuyendo y que así fueron desapareciendo las seguidoras de este arte, pues ahora quedan pocas tejedoras en Montecristi.
Comenta que sus padres no contaron con los recursos económicos para enviarla a estudiar, que después vino el amor y con ello los hijos, a quienes dedicó el resto de su vida. Por ello su oficio siempre fue tejer.
Asegura que a la semana confecciona entre 10 y 12 carteras, que vende a 5 dólares cada una. Dice aspirar que se abran nuevos mercados para la exportación de esta artesanía para que sus productos puedan venderse como se vendían hace décadas atrás.
Quijije concluye esta entrevista comentando que, aunque no pudo cristalizar su sueño, hoy sus hijas lo hicieron por ella pues dos de ellas son docentes.